viernes, 21 de febrero de 2014

Pony Bravo 5.0; la stereo de Alicante

Aprovechando que Pablo Iglesias pasaba por Alicante, nos pasamos por la Stéreo a ver a Pony Bravo. Sin gorras de capitanes de barco para no parecer demasiado anormales, despeinados para no dar el cante y, a pesar de ser un día laboral, sin esas corbatas que sólo les quedan "bien" a los políticos neoliberales... Si hubiéramos sabido que acabaríamos la noche deleitados con una sesión privada (con un gusto sublime, por cierto) de Javi o conociendo algunos secretos sorprendentes, e inconfesables, tomándonos una copa con Pablo, nos habríamos puesto una camisa cantosa para no desentonar. Pero la improvisación es lo que tiene y como no somos la Rock deluxe, ni vamos a compararlos con triana o los doors, unimos a la lista de momentos dulces paladeados, nuestro cuarto, o quinto, concierto de pony Bravo.
Seguramente por esa experiencia del pasado, no nos costó demasiado entrar en ese bucle cerrado, más propio de la música de los setenta que de éso a lo que ahora, por desgracia, nos hemos "acostumbrado". Con "noche de setas" el movimiento epiléctico del pie del bajista ocasional se vuelve contagioso como un bostezo, psicodélico y rítmico a partes iguales. La guitarra tiene un tempo entrecortado parecido a los matices que Robbie Krieger daba a los doors y la batería sostiene el  ritmo básico sonoramente, a mitad de camino entre los matices de Steward Coppeland y John Bonnan. La voz, que hasta ayer nos pasaba desapercibida, se esconde tras un largo sintetizador y comparte los graves de Morrison con un cerrado acento cerrado andaluz, algo parecido a la voz "evocadora" de No me pises que llevo chanclas... y todo junto: fluye y se sostiene en el ambiente enrarecido de quienes no están acostumbrados a ver un concierto un jueves, o los que no pueden evitar pegar un par de botes olvidando que mañana hay que currar.
Como siempre, seguimos maravillados por la rotación de  los instrumentos, sintiendo cada escupitajo de pasado en los rifs de "un gramo de fé", el ritmo discotequero de  la Rave de Dios, con el que recuperamos la dinámica de aquel concierto en petit comité de Bilbao y según van sonando los temas: te enganchas, se te va el arritmíco pie izquierdo de los "bailes", te olvidas un poco de todo... las palmas y la cacería se hacen uno y entendemos el porqué de la parafernalia discotequera de la zona este del escenario, bailamos ritmos hawayanos, planeamos sobre los ochenta apoyados en la psicodelia haciendo los coros de Eurovegas, turisteando por la parte menos bonita de Sevilla o preparando el DNI por si la situación se nos va de las manos y tenemos que decidir de qué lado de la ralla queremos estar...
Y con dos vinilos firmados, el placer de degustar la cercanía del mejor bar del Barrio de Alicante (La Ambrosía) y unas cuantas experiencias compartidas nos vamos a la cama con la sensación de que cada concierto de estos sevillanos nos queda un mejor sabor de boca. Así que si estáis en Valencia hoy, o mañana en Murcia, ya tenéis un plan interesante con el que arrancaros de cuajo las nimiedades de la rutina.

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